"El hombre que pretende ver todo con claridad antes de decidir, nunca decide" Henri Fréderic Amiel
Para su entretenimiento, la mente siempre necesita, al menos dos problemas en conflicto Metidos en esta dualidad, nuestras vidas padecen el síndrome de la duda, o sea, algún miedo nos esta atrapando y por eso empezamos a especular. Es imposible apagar el fuego con mas fuego.
La mera preocupación por lo que va a ocurrir se graba en el cerebro con la misma intensidad que un recuerdo negativo real
Demasiada anticipación. El mayor privilegio y la peor pesadilla de nuestra mente es su capacidad de hacer representaciones de todo y luego moverlas por el tiempo como si fuéramos directores de nuestra propia película. A esa maravilla la llamamos imaginación. La anticipación del futuro nos mete en dos dimensiones complejas: las altas expectativas y los miedos a un destino dramático, o sea, a sufrir antes de hora.
La mente se largo al futuro y trajo de vuelta la peor de las opciones. Y lo hace para estar preparados por si ocurre.
Cuanto mas tiempo pase pensando en su próxima intervención, la memoria de dicha preocupación quedará más fuertemente grabada cuando haya pasado.
Malditas comparaciones. Las comparaciones terminan siendo odiosas porque no tienen otro propósito que azotarnos porque no lo hacemos tan bien como los demás, sentirnos inferiores. La traidora mente nos recuerda a cada instante lo que deberíamos ser cuando aun no somos. Lo que deberíamos hacer que aun no hcemos.
El efecto rebote.
Somos creación o somos memoria. Solemos caer en la trampa de creer que lo que hacemos, pensamos y sentimos es producto de cada momento, cuando en realidad es producto de nuestro pasado. Si queremos dejar de hacer cosas que no funcionan, hay que dejar de ser memoria para ser creadores de nuestra vida. Y sobre todo hay que dejar en paz a esa mente que puede ser nuestra peor pesadilla por culpa de su voracidad.
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